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CARRIZALILLO

Descubre la zona ganadera y productora por excelencia. Conoce la majestuosidad del Algarrobo Rey

Sobre Nosotros

En el corazón de Tambogrande se encuentra Carrizalillo, un caserío con raíces profundas que se remontan al año 1930, fecha que marcó el inicio de su historia como comunidad organizada. Su nombre no es casualidad: proviene de los carrizos que crecían en la quebrada cercana, plantas que no solo adornaban el paisaje, sino que también simbolizaban la unión del pueblo con su entorno natural.

Los primeros pasos de esta tierra fueron guiados por la familia Peña, pioneros que forjaron con esfuerzo y visión los cimientos de lo que hoy conocemos como Carrizalillo. Entre ellos, destacan nombres como Alberto y Juan Peña, recordados por su legado y por haber dejado huellas imborrables en la memoria colectiva de sus habitantes.

Hoy, recorrer Carrizalillo es mucho más que visitar un caserío: es caminar por senderos donde cada rincón guarda historia, donde el viento acaricia los campos recordando a sus fundadores, y donde la naturaleza se entrelaza con la calidez de su gente.

80+

2+

Familias residentes

Fiestas patronales

Escucha los misteriosos relatos que rodean este caserío

Cuentan los más antiguos pobladores que, en los caminos solitarios de Carrizalillo, cuando el sol se esconde tras los cerros y la penumbra empieza a cubrir los senderos, la tierra guarda un misterio que solo algunos han presenciado.

Un hombre mayor, montado en su mula, recorría el camino de regreso a su hogar. El día se deslizaba hacia la noche, y el silencio de los montes lo envolvía. Cansado, decidió detenerse para descansar, sin imaginar que aquella pausa abriría las puertas a lo desconocido.

De pronto, un grito extraño, desgarrador y profundo, quebró la calma. Su mula, inquieta, comenzó a temblar y relinchar con desesperación. El hombre alzó la mirada, y fue entonces cuando lo vio: un gavilán gigantesco, con alas tan amplias que parecían cubrir el cielo entero. Sus movimientos eran imponentes, y cada batir de sus alas levantaba un viento que helaba la piel.

El viajero, presa del miedo, comprendió que no enfrentaba a un ave común, sino a un guardián de los cielos, un espíritu antiguo que habita en las quebradas y cerros de Carrizalillo. Su corazón latía con fuerza, y sintiendo que las fuerzas humanas no bastaban, se aferró a la fe: juntó sus manos y comenzó a rezar.

Dicen que, al pronunciar sus plegarias, la bestia se alejó lentamente, perdiéndose entre las sombras de la noche, como si el eco de sus alas quedara resonando en el aire. La mula se calmó, y el viajero, aún tembloroso, siguió su camino convencido de que había sido testigo de un misterio reservado solo para los que se atreven a recorrer esas tierras al caer la tarde.

Conoce la majestuosidad del Algarrobo Rey

En el Caserío de Carrizalillo, se alza imponente el Algarrobo Rey, un gigante natural de más de 500 años de antigüedad, con 30 metros de altura y un diámetro tan grande que se necesitan 12 personas para rodearlo.

Declarado en 2016 como Patrimonio Natural de Interés Distrital y reconocido como el primer Árbol Monumental Natural de la región, este algarrobo no solo es un símbolo de nuestro frágil bosque seco, sino también un guardián de leyendas, historias y tradiciones. 

Ven y descubre la magia de este árbol monumental, vive la experiencia de recorrer su entorno, participar en rutas ecológicas, danzas y homenajes, y conecta con la fuerza de la naturaleza en su máxima expresión.

📍 Algarrobo Rey, Carrizalillo
Un destino que no puedes dejar de visitar, orgullo de nuestra tierra y símbolo de vida que espera ser admirado por todos.

Conoce las costumbres y tradiciones de Carrizalillo

Desde sus inicios, Carrizalillo ha mantenido una tradición que forma parte de su identidad: la crianza de ganado cabrillo. Antiguamente, las familias llegaban a tener hasta 100 cabras, animales que no solo proveían alimento y sustento, sino que también eran símbolo de trabajo y unión comunitaria.

Los más antiguos recuerdan que en las noches, cuando el silencio cubría los cerros, aparecían los pumas, conocidos como “leones de la sierra”, que rondaban los corrales en busca de presas. Aquellos encuentros entre hombres, cabras y felinos se convirtieron en parte de la memoria local, reflejando la lucha por la subsistencia y el respeto hacia la naturaleza que siempre ha acompañado a la comunidad.

Hoy, aunque la crianza de cabras ha disminuido, visitar Carrizalillo es viajar en el tiempo y descubrir historias que hablan de esfuerzo, de adaptación y de convivencia con el entorno. Es escuchar de sus pobladores anécdotas de antaño y comprender que la identidad de este caserío se alimenta de sus tradiciones y del lazo profundo con su tierra.

Galería

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